jueves, 20 de noviembre de 2014

El legado, la herencia, el testamento en vida y muerte de la duquesa de Alba Cayetana de Alba

En 2011 Se fijó por escrito la partición de los bienes, las sociedades, las tierras, las casas –que ascienden a un valor entre los 600 y los 3.000 millones de euros–, y quedó claro que el último duque de Alba renunciaba a casi todo y se comprometía a cuidar hasta el final de sus días a la aristócrata.

  • Doña Cayetana donó sus bienes más valiosos para poder casarse con Alfonso

  • El más beneficiado fue su primogénito, que también recibirá el tercio de mejora

  • También les cedió la gestión de sus empresas.

  •  La duquesa había decidido donar en vida a sus hijos los bienes más valiosos de la Casa para 'protegerlos' del presunto interés espurio de terceros, y estaban todos citados en el notario. Tras las firmas correspondientes, los hijos dijeros 'sí' y la duquesa pudo casarse al fin con su actual marido.
    Poco después trascendieron los detalles de aquel acuerdo, en el que lo más sorprendente era la decisión de Cayetana de legarle el Palacio de Dueñas (Sevilla) a su nieto mayor, Fernando, el primogénito del duque de Huéscar. Tiempo después, y por motivos fiscales, aquel deseo no pudo llevarse a la realidad y hoy el Palacio es propiedad de Carlos Fitz-James Stuart, el que será el nuevo duque de Alba.
  • Con el título más importante de la casa,Carlos, en su condición de primogénito, recibirá también con el fallecimiento de su madre todo el lote de la Fundación Casa de Alba (que incluye los Palacios de Liria y Monterrey). También los principales títulos, fincas rústicas (como uno de los mayores latifundios de Córdoba, en El Carpio) y otros inmuebles que tienen en alquiler en Madrid. Además, Cayetana también le cedió en vida el poder de las principales empresas de la familia. Con todo, la principal herencia que le deja su madre es la gran responsabilidad de conservar el patrimonio de la familia. Para ello, el testamento de la aristócrata estipula que Carlos será beneficiado con el llamado tercio de mejora.
    Alfonso Martínez de Irujo, duque de Aliaga, recibió en vida de su madre varias parcelas rústicas y la finca del antiguo castillo de El Tejado en Salamanca. También tomó las riendas de Agralsa, otra de las empresas de los Alba que gestiona sus explotaciones agrícolas y ganaderas.
    Jacobo Fitz-James Stuart, conde de Siruela, recibió algunas fincas rústicas. Jacobo sólo aparece como socio minoritario en dos de las empresas, y como consejero en una.
    Fernando Martínez de Irujo, marqués de San Vicente del Barco, heredó la mansión de Las Cañas, en Marbella, y varias propiedades agrícolas. Adquirió notable presencia como consejero en casi la totalidad de las empresas de los Alba.
    Cayetano Martínez de Irujo, conde de Salvatierra, se puso al frente de Eurotécnica Agraria y de Actividades Agrotécnicas, dos de las más importantes empresas de la familia. Además, Cayetano pasó a ser propietario del palacio de Arbaizenea, en San Sebastián, que en realidad pertenecía a la familia de su padre, y del cortijo Las Arroyuelas, un gran latifundio en Sevilla donde vivió sus primeros años con Genoveva Casanova.
    Eugenia Martínez de Irujo, duquesa de Montoro, recibió la mansión de Ibiza y el cortijo de La Pizana (Sevilla).
  • La herencia no va a ser ningún problema para los hijos de la Duquesa de Alba, fallecida hoy a los 88 años, ya que Cayetana Fitz-James Stuart y Silva, adelantó el reparto de su herencia personal, valorada en 1.000 millones de euros, entre sus seis hijos, fruto de su primer matrimonio con Luis Martínez de Irujo, el 4 de julio de 2011.
    La Duquesa de Alba realizó una donación escriturada ante un notario de Madrid y sus hijos, mediante la cual recibieron 110 millones de euros cada uno, de una fortuna valorada en 1.000 millones de euros. Además, pasaron a ser los titulares registrales de sus bienes.
    Según diversas fuentes, el patrimonio del ducado estaría formado por diversas propiedades, a las que habría que sumar unas 34.000 hectáreas, muchas de ellas vestigio de los antiguos señoríos jurisdiccionales, que la familia conservó bajo su propiedad tras la supresión de los mismos. Los terrenos que la casa ha destinado a la explotación agrícola están administrados por sociedades de las que son accionistas los miembros de la familia, destacando Euroexplotaciones Agrarias S. A., Eurotécnica Agraria S. A. e Inversiones Princesa, todas domiciliadas en el Palacio de Liria. Por concepto de cultivos, las sociedades reciben subvenciones por parte de la Política Agraria Común (PAC) de la Unión Europea. Aunque España es uno de los países de la UE que no publica datos acerca de estas ayudas, exceptuando las comunidades de Castilla-La Mancha, Extremadura y Andalucía, a partir de esos únicos datos publicados, se ha podido corroborar que entre 2001 y 2002 las explotaciones agrarias del Ducado de recibieron ayudas por importe total de 1,8 millones de euros.
    Aunque la casa ha sufrido la expropiación de algunas propiedades y cesiones a lo largo de su historia. En septiembre de 1991 la Junta de Extremadura expropió por interés social las fincas Cabra Alta y Cabra Baja en la provincia de Badajoz, que eran explotadas desde 1940 por una asociación de arrendatarios de la localidad de Zahínos (Badajoz). La Duquesa de Alba recibió 400 millones de la antiguas pesetas (2,404.048 euros) en concepto de indemnización.
    Además, de este patrimonio físico, habría que sumar el legado artístico, valorado en otros 2.000 millones de euros, que recaen el primogénito, el futuro duque de Alba, Carlos Fitz-James Stuart Martínez de Irujo, que además, recibió los palacios de de Liria, Monterrey y Dueñas, aunque éste último está ya a nombre de su primogénito, Fernando (n. 1990), como futuro heredero de la casa.. Estas propiedades y colecciones, de acuerdo a la legislación sobre fundaciones, no pueden venderse y han de mantenerse unidas.
    Cómo funciona una donación en vida frente a herencia
    La donación que realizó la Duquesa de Alba allanó el camino a su tercera boda, con Alfonso Díez, pero además, permitió a sus hijos ahorrar dinero en impuestos a la hora de recibir una herencia. Puede suponer una buena opción para anticiparse al impacto fiscal que supone el Impuesto de Sucesiones al heredar. ¿Cómo es el proceso?
    En primer lugar, no se puede recibir en vida más de lo que le corresponda por herencia. Teniendo en cuenta que la herencia se divide en tres partes: la legítima, que se reparte a partes iguales entre los herederos, la de mejora, en caso de que se quiera beneficiar a uno de ellos y la de libre disposición.
    Las donaciones deben otorgarse en escritura pública ante notario a efectos de que sean válidas ante terceros y que no se discutan cuando fallezca el donante.
    Sin olvidar, que el donante debe reservarse, en propiedad o usufructo, lo necesario para vivir en un estado correspondiente a las circunstancias.
    Importante también conocer con exactitud el patrimonio objeto de la donación. No solo debemos recopilar las estructuras de las propiedades, sino también cuentas, seguros, testamente o declaración de herederos, acciones y otros activos. Así, como joyas u otros objetos de valor.
  • Carlos Fitz-James Stuart (Madrid, 1948), primogénito de la duquesa y su primer marido, Luis Martínez de Irujo, recibirá adherido al título todo un paquete: la Fundación Casa de Alba (con sus palacios de Liria y Monterrey, entre otros), la colección de medio centenar de ducados, marquesados, condados y grandezas y la responsabilidad de preservar el legado histórico y monumental. Al margen de esto, su madre le ha donado fincas rústicas -entre ellas, uno de los mayores latifundios de Córdoba, en El Carpio- y casas en alquiler. El duque de Huéscar, que se licenció en Derecho en la Universidad Complutense, trabaja desde hace años codo a codo con su madre en la gestión de patrimonio. Es el vicepresidente de la fundación y participa en casi todas las empresas de la aristócrata (Inversiones Princesa, Eurotécnica Agraria, Euroexplotaciones Agrarias, Agrotecsa, Agralsa y Castrofresno).
    Alfonso Martínez de Irujo, duque de Aliaga (Madrid, 1950), licenciado en Económicas en la Complutense, también figura en los órganos de gestión de casi todas las empresas familiares, según datos del Registro Mercantil. Es uno de los dos patronos vitalicios de la Fundación Casa de Alba (el otro es su hermano Carlos). Su madre le ha donado parcelas rústicas y la finca del antiguo castillo de El Tejado (XIV), que ha sido rehabilitado, en Calzada de Don Diego (Salamanca).
    Jacobo Fitz-James Stuart, conde de Siruela (Madrid, 1954), fundador y director de la prestigiosa editorial Siruela y ahora de Atalanta, recibe algunas fincas rústicas.
    Fernando Martínez de Irujo, marqués de San Vicente del Barco (Madrid, 1959), empleado de un banco, hereda la mansión de Las Cañas, en Marbella, y propiedades agrícolas.
    Cayetano Martínez de Irujo, conde de Salvatierra (Madrid, 1963), será el propietario del palacio de Arbaizenea, en San Sebastián, la finca de 20.000 metros cuadrados que pertenecía a la familia de su padre, los duques de Sotomayor, y del cortijo Las Arroyuelas, un gran latifundio en Sevilla. Además de la hípica, Cayetano se ha implicado activamente en los últimos años en la gestión de las explotaciones familiares. Dirige una de las principales empresas de la familia, Eurotécnica Agraria, que recibió subvenciones de la Comisión Europea por un importe de 1,7 millones en 2009, según datos del Registro Mercantil.
    Eugenia Martínez de Irujo, duquesa de Montoro (Madrid, 1968), que promociona una marca de joyas catalana, será la dueña de la mansión de Ibiza donde estos días veranean Cayetana y su pareja, Alfonso Díez. Además de Sa Aufabaguera, hereda el cortijo de La Pizana, una finca de 600 hectáreas en Gerena (Sevilla), que le regaló la duquesa cuando se casó con el torero Francisco Rivera Ordóñez.
    Excluido Fernando, beneficiario de Las Dueñas, la duquesa ha donado una finca en el campo a cada uno de sus ocho nietos restantes.
    Hasta aquí lo jugoso de la herencia adelantada por la aristócrata, según fuentes del entorno familiar, aunque se reserve algunas posesiones. El patrimonio de la Casa de Alba es grandioso, pero difícil de cuantificar en su conjunto. Circulan estimaciones a la baja (600 millones de euros) y al alza (3.500 millones). Al tratarse de una riqueza a la antigua usanza -tierras e inmuebles-, la lista Forbes, clásico termómetro de la riqueza posmoderna -financiera-, la ignora. La parte sustancial de sus bienes pertenece a la Fundación Casa de Alba, creada en 1975 y registrada un año después. Como patrimonio dotacional de la fundación figuran los palacios de Liria (Madrid) y Monterrey (Salamanca), el castillo y la torre de Alba de Tormes (cuna de la casa) y cuatro castillos en Galicia (Castro Caldelas, Moeche, Andrade y Narahío). Con el tiempo se han agregado nuevas posesiones, como cuatro locales comerciales en la calle de Fuencarral, en Madrid, según consta en el Registro de la Propiedad.
    Siendo apabullante el continente, el contenido quita -o da- hipo: 249 óleos (ya saben, velázquez, rubens, goyas, tizianos...), 177 acuarelas (¡una firmada por Charles Chaplin y otra por la emperatriz Eugenia de Montijo!), 137 miniaturas, 54 dibujos, 52 tapices, 31 cerámicas, un archivo histórico valorado en 41 millones (el de Liria, donde se conserva el primer mapa de América trazado por Colón o el último testamento de Fernando el Católico), una biblioteca tasada en 20,5 millones (entre los 18.000 volúmenes de Liria figuran la primera edición del Quijote de 1605 y la Biblia de la Casa de Alba, de 1429) y todos los muebles y bienes de los palacios de Liria y Monterrey, según figura en la documentación depositada en el Registro de Fundaciones del Ministerio de Cultura.
    La gestión y disfrute de los bienes de la fundación va en el lote del título y corresponderá al duque de Huéscar como próximo jefe de la Casa de Alba. La creación de la fundación salvaguarda el patrimonio frente a veleidades -un heredero veleta cae, sobre todo, en las mejores familias- y contribuye a perpetuarlo, aspiración natural en un linaje que ha visto cómo se han ido extinguiendo a su alrededor fortunas y títulos medievales. Con la fundación los Alba también se ahorran impuestos, aunque a cambio sacrifican autonomía. El patrimonio dotacional no se puede vender, salvo con autorización del Ministerio de Cultura. Un doble candado lo protege: la Ley de Patrimonio Histórico y la Ley de Fundaciones.
    Como ya quedó dicho, nada de este patrimonio, que gestionará el hijo mayor de la duquesa, suscitaba dudas. Sin embargo, hasta comienzos de julio seguía en el aire el reparto de la notable fortuna personal de la duquesa, que incluía palacios, mansiones, cortijos, grandes latifundios en Andalucía y Salamanca, casas alquiladas, acciones, joyas y obras de arte. Desde luego era una incógnita en 2008, cuando apareció un elemento inesperado en el planeta Alba: Alfonso Díez, de 60 años, palentino, funcionario de la Seguridad Social. En una familia que exhibe tolerancia hacia la vida privada de sus integrantes (quien más quien menos ha tenido 10 minutos de bochorno público), seguramente no habrían objetado nada si Cayetana Fitz-James Stuart, XVIII duquesa de Alba, no airease a los cuatro vientos su deseo de casarse por tercera vez y convertir a Alfonso Díez en duque consorte, como antes lo fueron el ingeniero Luis Martínez de Irujo y el exjesuita Jesús Aguirre, fallecidos en 1972 y 2001.
    La oposición de los hijos a la boda fue notoria. El pasado 26 de febrero, Cayetana de Alba les afeaba sus trabas en una entrevista en la Cope: "Aún no lo sé porque mis hijos ponen dificultades. No hacemos daño a nadie. Ojalá se arreglen las cosas. Creo que sí... Alfonso no quiere nada, ha renunciado a todo. No me quiere más que a mí".
    La duquesa estaba ya despejando obstáculos para sus planes matrimoniales. La distribución en vida del grueso de su fortuna personal garantiza a sus herederos que Alfonso Díez no competirá por los bienes. Aunque el funcionario firmó su renuncia a ellos, eso no había bastado para tranquilizar a los hijos. Así pues, la única salida para Cayetana de Alba era proceder a la distribución del patrimonio para allanar el camino hacia su tercera boda. Que seguramente será la antítesis de la que protagonizó en 1947 con Luis Martínez de Irujo, con un millar de invitados, artículo en The New York Times y rotundo titular enLibération: la boda más cara del mundo.

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