En noviembre, hubo un fallo en avión de Lufthansa debido a la congelación de los sensores que miden al denominado ángulo de ataque. El ángulo con el que vuela el avión respecto a la horinzontal. Los sensores se quedaron congelados en la posición de despegue, señalando que el avión tenía el morro demasiado levantado para la altitud a la que estaba volando y podría entrar en pérdida, empenzar a caer en picado.
Entonces entró en funcionamiento un sistema, la denominada "protección del ángulo de ataque" que incorporan solo los airbús. Este mecanismo de emergencia arrebata el mando del aparato a los pilotos y al piloto automático hace bajar al aparato para evitar una supuesta caida.
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